Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, la ansiedad afecta a un 6,7 % de la población en España, de entre 35 y 84 años. Esto preocupa, ya que cada vez hay más personas, sobre todo jóvenes, que necesitan un tratamiento para la ansiedad.
Pero, ¿por qué existen estos datos? Todo parte de la normalización de un ritmo de vida frenético, que en ocasiones hace que no seamos conscientes de estar sometiendo al organismo a una agitación excesiva. Pero esta es solamente una de las posibles causas.
En las próximas líneas vamos a desarrollar todo lo relacionado con esta problemática, para saber más en detalle en qué consiste la ansiedad y por qué es tan importante diagnosticarla a tiempo.
Si nos ceñimos al término médico, un cuadro de ansiedad es una situación en la que se observa un desajuste en la gestión emocional de la persona, provocado por un determinado conjunto de estímulos. Como pueden ser, una carga de trabajo excesiva o diferentes circunstancias personales que terminan desbordando.
Cuando se produce un estado de ansiedad, las respuestas de nuestro organismo a nivel fisiológico, emocional y conductual no son las adecuadas.
Por todo ello, resulta indispensable detectar en qué casos podemos encontrarnos ante una situación de este tipo para así, establecer un diagnóstico y tratamiento médico adecuado.
En ocasiones, la ansiedad puede confundirse con el estrés, sin embargo, hay determinados síntomas que delatan a este trastorno. Aunque son varios, hemos creado este breve listado para hacer hincapié en aquellos que son más importantes y que permiten diferenciar con mayor notoriedad un cuadro de ansiedad de otro:
La sintomatología asociada a la ansiedad, generalmente se produce después de un cúmulo de situaciones estresantes o de alarma. Y esta sintomatología puede evidenciarse también con hormigueo en tus extremidades, dolor de cabeza, una fatiga extrema como si el cuerpo, de repente, pesase demasiado, etc. Señalar en este punto que los síntomas de la ansiedad son diferentes en cada persona y pueden manifestarse de forma individual o múltiple.
Por último, si esta sintomatología va a más sin someterse a tratamiento, puede llegar a limitar las actividades diarias.
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Cuando hablamos de ansiedad debemos partir de la base de que existen diferentes tipos. Esto también determina el tratamiento para la ansiedad, ya que no es lo mismo sufrir un trastorno motivado por ataques de pánico, que estrés postraumático. Veamos de manera resumida algunas de las tipologías.
El grado de indeterminación de este tipo de ansiedad es mayor, pues es producto de la aparición de un estado de inquietud prolongado en el tiempo cuando no existen causas aparentes para ello. La ansiedad puede aparecer al caminar, conducir, lavar los platos, etc., sin ningún detonante aparente. Algunas características específicas son:
La aparición de este tipo de trastorno de ansiedad se produce en aquellas situaciones en las que tu cuerpo se ve afectado, a nivel integral, por la aparición de una sensación de miedo y angustia incontrolable y desproporcionada, hasta el punto de generar mareos y náuseas, entre otros síntomas, por ejemplo:
El desarrollo de un trastorno obsesivo-compulsivo se manifiesta cuando nuestro sistema nervioso genera, de forma recurrente y continuada, pensamientos o percepciones no deseadas, desembocando en la aparición de una obsesión que, a nivel fisiológico y psicológico, provoca un estado palpable de ansiedad.
Este trastorno obsesivo se convierte en compulsivo si la persona afectada se ve “obligada” a realizar determinados comportamientos o actuaciones irracionales para tratar de neutralizar esta sensación. Por ejemplo, lavarse con frecuencia las manos, ordenarlo todo de una determinada manera o verificar una y otra vez acciones como que se ha cerrado una puerta o se ha apagado el horno.
Este cuadro específico de ansiedad se produce en aquellos casos en los que el desencadenante está determinado por el hecho de rememorar, de una forma incontrolada e involuntaria, recuerdos negativos o desagradables del pasado que, en su momento, generaron una situación traumática.
El principal problema de este trastorno reside en que te acompañan constantemente, hasta el punto de condicionar la autopercepción y, a su vez, la relación con las personas que se encuentran a tu alrededor.
Más allá de las manifestaciones anteriores, que requerirán de un diagnóstico profesional personalizado, para la puesta en marcha de un adecuado tratamiento para la ansiedad, también podemos encontrarnos ante otras representaciones muy variadas de este trastorno.
En este sentido, por su relevancia, consideramos pertinente destacar la presencia de fobias específicas, como puede ser el caso de la agorafobia, la hipocondría, la dismorfofobia y la fobia social, o la aparición de alteraciones extremas del comportamiento como el mutismo selectivo.
A la hora de poner en marcha un tratamiento para la ansiedad que te permita dejar a un lado este trastorno, lo recomendable es acudir a un profesional médico especializado en salud mental, para confirmar el diagnóstico y posterior tratamiento, y que además te acompañe durante todo este proceso.
En este sentido, es importante que tengas un seguro médico con psicólogo, que te dé un seguimiento ágil y apoyo necesario. La cobertura de psicología de Caser te da hasta 20 sesiones presenciales al año. Por lo tanto, la contratación de un seguro de salud ante este tipo de cuadro clínico te va a permitir acceder a la ayuda necesaria e iniciar el tratamiento para la ansiedad más adecuado, sin que ello afecte de forma notoria a tu economía.
Por otro lado, la psiquiatría también juega un papel importante ante un problema de ansiedad, y de ser conveniente, permite complementar el tratamiento con fármacos que reduzcan los síntomas. Señalar que la especialidad de psiquiatría también está incluida en el seguro de salud.
Nota: El contenido de este artículo es meramente orientativo. En caso de presentar cualquier problema de salud, acuda a un centro sanitario. Toda sintomatología, diagnóstico o tratamiento debe ser valorado o prescrito por un especialista médico.
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Ante aquellas situaciones o estímulos que generan intranquilidad o estrés, el organismo puede responder de múltiples maneras, tanto a nivel físico como mental. En este contexto, y dependiendo de la intensidad de la problemática, tu personalidad y capacidad para gestionar circunstancias difíciles, puedes llegar a experimentar lo que se conoce como ataques de pánico.
El trastorno de ansiedad social o fobia social se produce cuando el organismo experimenta una sensación rutinaria e incontrolable de estrés, inseguridad o vergüenza a la hora de interactuar con otras personas. Esta reacción emocional viene motivada principalmente por miedo a ser juzgado, observado o rechazado por los demás.