Alopecia: qué es, causas, tipos y prevención

Cuando hablamos de alopecia nos referimos a una pérdida acusada del cabello, tan excesiva que acaba provocando calvicie en partes del cuero cabelludo. Suele aparecer a mediana edad, en torno a los 40 años de edad, pero puede manifestarse antes dependiendo de las causas que estén provocando su aparición.

Existen diferentes causas detonantes de esa pérdida capilar que empieza de manera inesperada y no se detiene. A continuación, te contamos las más comunes:

Las mujeres embarazadas pueden sufrir alopecia, motivada especialmente por los cambios hormonales que está experimentando su cuerpo. No obstante, esto no siempre sucede, aunque, de darse, la pérdida de cabello se acentúa más a partir del segundo y tercer trimestre del embarazo. Sin embargo, es en la etapa posparto donde la pérdida incontrolada de cabello es más habitual.

El estrés es un problema creciente en nuestra sociedad. Vivimos en una rutina donde todo parece ir muy deprisa, y esto repercute directamente en el cabello, debilitando los folículos y provocando la caída capilar. Y es que el estrés supone que nuestro cuero cabelludo desarrolle descamación o caspa.

Ya mencionamos en el apartado de embarazo que los cambios hormonales tenían un impacto en la pérdida del cabello. Sin embargo, hay otras situaciones en las que esto puede ocurrir. Un ejemplo es la menopausia, un momento que llega en la vida de toda mujer a partir de los 50 años y que provoca un descenso en la producción de estrógenos que aceleran la caída del cabello.

Lo habitual, cuando pensamos en alopecia, es que no distingamos entre diferentes variedades, sin embargo, ¿sabías que existen hasta 6 tipos de alopecia diferentes? La causa, es la principal diferenciación entre ellas.

Suele desconcertar a los profesionales, ya que sus causas no están bien definidas. Algunos sospechan que puede tener un origen hormonal o autoinmune. El cabello empieza a perderse en la línea de implantación frontal y llega a afectar a las cejas que, también, acaban perdiéndose. Esto tiene un importante impacto en la autoestima, ya que en ocasiones aparecen sentimientos de vergüenza.

Este segundo tipo se caracteriza porque la pérdida capilar tiene lugar en todo el cuerpo cabelludo, es decir, no hay ninguna zona en la cabeza en la que permanezca algo de pelo. Asimismo, las cejas, pestañas y el vello corporal también acaban desapareciendo. La alopecia universal se presenta inicialmente con parches de forma redondeada. Es una condición autoinmune. 

Algo que debes tener claro de la alopecia androgénica es que esta se hereda. Aunque, es verdad que también pueden influir en ella los cambios hormonales. El cabello se pierde de forma progresiva y se cae con relativa facilidad (durante el peinado, con tan solo tocarlo, etc.) Además, en ocasiones, aparecen picores y enrojecimiento en las zonas en las que se está perdiendo el pelo.

También es una condición autoinmunitaria en la que empiezan a aparecer parches redondos que provocan una pérdida capilar progresiva e importante. No siempre acaba afectando a todo el cuero cabelludo y, en los hombres, estos parches pueden aparecer, igualmente, en la barba.

Este tipo de alopecia debilita los folículos pilosos, provocando que el cabello se vuelva más delgado y que aparezca una pérdida de densidad evidente. Así, deja de crecer hasta que finalmente desaparece. Las personas que la sufren suelen presentarla en la zona frontal, aunque también en la coronilla. Actuar rápido es crucial para impedir que continúe evolucionando.

Finalmente, en este último caso nos encontramos con una pérdida de cabello que deja una especie de cicatriz. Esto ocurre porque los folículos se destruyen por completo, por lo que en esas zonas afectadas no volverá a crecer el pelo nunca más. Sin embargo, un diagnóstico temprano ayuda a ralentizar la alopecia cicatricial. El tratamiento, generalmente, es siempre con injertos.

Si bien la alopecia se puede prevenir en algunos casos (reduciendo el estrés, por ejemplo), hay circunstancias en las que nada de lo que hagas evitará que aparezca. Pero, si se diagnostica a tiempo e inicias un tratamiento temprano, las posibilidades de éxito para frenarla son mayores.

En este sentido, la dermatología es la especialidad médica encargada de tratar la alopecia. Por ello, lo recomendable es que te pongas en mano de profesionales, para que analicen tu caso y decidan el tratamiento más adecuado para ti. Si bien, por lo general, los tratamientos más habituales para la alopecia se basan en dos medicamentos de contrastada eficacia. Son los siguientes:

• Minoxidil, que ayuda al crecimiento capilar y se puede aplicar tanto de forma oral, como directamente sobre el cuero cabelludo.
• Finasteride, que actúa como barrera frente a la producción de andrógenos.

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Nota: El contenido de este artículo es meramente orientativo. En caso de presentar cualquier problema de salud, acuda a un centro sanitario. Toda sintomatología, diagnóstico o tratamiento debe ser valorado o prescrito por un especialista médico.