Cómo evitar que las tuberías se congelen por el frío
Pero toda casa también necesita de nuestra ayuda en época invernal. Hoy hablamos de las tuberías, las cuales pueden congelarse con las heladas y sufrir un posible reventón por el deterioro del material. Y es que mantener tus tuberías protegidas de los grados bajo cero es fundamental para tener un invierno tranquilo y huir de averías que hagan tiritar la cartera.
Por todo ello, en estas líneas ponemos el abrigo de la precaución a tus tuberías, dándote los mejores consejos para conservar su correcto funcionamiento y evitar que el hielo se convierta precisamente en eso, en hielo.
1. Evita el goteo: localiza todo grifo que gotee, ya sea el fregadero, el lavabo o bañera y trata de arreglarlo. También puedes colocar el tapón en esas zonas, para que este goteo no se convierta en hielo en tus tuberías.
2. Conserva las tuberías a una temperatura cálida: porque sin duda, el mayor enemigo del hielo es el calor. En este sentido, puedes tomar diferentes medidas:
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Utiliza cintas calefactoras: como su propio nombre indica, envolver las tuberías con este material ayuda a que la temperatura se mantenga constante. Es recomendable comprarlas con un termostato integrado, de tal forma que evitamos que se sobrecalienten.
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Aplicar gomaespuma sobre la tubería: un método eficaz de aislamiento para frenar de manera notable el cambio de calor a frío.
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A falta de electricidad, buena es el agua: en una hipotética situación de falta de electricidad, abre el grifo y deja que el agua corra a una velocidad ligeramente superior a un goteo, un hilillo. En primer lugar hazlo con agua caliente y posteriormente, fría. Hazlo durante unos minutos. El rozamiento de esta pequeña corriente combatirá el frío que pudiera congelar el agua ya almacenada.
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Mantén tu casa cálida: ayudándote de la calefacción, ajusta la temperatura ambiente por encima de los 13 grados. De esta forma circulará aire caliente detrás de las paredes.
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Utiliza una válvula de recirculación de agua caliente: la mayor ventaja de este aparato es que no requiere de electricidad para su funcionamiento, ya que controla su temperatura por convección térmica. La función principal de esta válvula es la de desviar el drenaje y hacer que el agua caliente circule ininterrumpidamente. Es importante que esté instalada un nivel por encima del calentador del agua.
3. Vacía las mangueras: porque el agua del exterior, ya sea un jardín o un patio, también puede suponer un problema. Asegúrate de vaciar las mangueras para que no quede agua dentro que las pueda reventar. Desconéctalas de la llave exterior de paso para evitar que una posible congelación alcance a tus tuberías.
4. Los tanques externos, con glicerina: si tienes un tanque de agua en el exterior sometido a bajas temperaturas, es importante que el depósito de la cisterna cuente con glicerina, un alcohol que impedirá su congelación.
5. Cierra el suministro de agua: si la helada ya es una realidad y tus tuberías no están lo suficientemente aisladas, la mejor manera de evitar un accidente es cerrando el suministro de agua de tu casa. Para ello, cierra la llave de paso y abre los grifos, para que toda el agua almacenada en las tuberías sea expulsada. Este método también es ideal si vamos a pasar un largo período de tiempo fuera de casa, como en el caso de unas vacaciones.
6. Vierte sal en las cañerías: la sal es un elemento perfecto a la hora de prevenir que las heladas hagan de las suyas. Para ello, utiliza sal, marina o gorda, en tus cañerías con una periodicidad regular.
7. Haz uso de calentadores: en el caso de que intuyas una tubería ya congelada o muy cerca de hacerlo, puedes recurrir a un calentador eléctrico para calentarla. Nos referimos a elementos como un secador de pelo o una lámpara de calor. En estos casos procura no dejar el dispositivo mucho tiempo funcionando y asegúrate de que no existen materiales inflamables cerca. Por ejemplo, si vas a utilizar una fuente de calor bajo el lavabo de tu cocina o el aseo, procura apartar los productos químicos.
Y por último, recuerda que el Seguro de hogar te protege frente a los daños provocados por diferentes fenómenos atmosféricos, como lluvia, viento, nieve o pedrisco, por lo que siempre es conveniente tener asegurada tu vivienda.